El portal digital del diario The Guardian, en su edición del pasado 22 de julio, muestra las impactantes imágenes del Lake Mead facilitadas por la NASA para los años 2000, 2021 y 2022 en las que se aprecia claramente los niveles tan dramáticos que ha alcanzado el nivel del agua del embalse, hasta reducir su capacidad a un 27 %.
A continuación se presenta una reseña en español de la noticia de The Guardian.
Las imágenes descarnadas del “añillo de bañera” creado en el contorno del Lake Mead están sirviendo para simbolizar los efectos devastadores que la sequía está causando en el embalse más grande de los EEUU. En estos momentos, las imágenes satelitales publicadas por la NASA ofrecen una nueva visión de la disminución tan dramática que el nivel de agua del embalse ha experimentado durante los últimos 22 años.
Las imágenes, correspondientes a los años 2000, 2021 y 2022, muestran cómo los que fueron afluentes caudalosos del embalse han llegado a convertirse en cauces totalmente secos. El embalse, que suministra agua a unos 25 millones de personas en el oeste americano, ha alcanzado su nivel más bajo desde que se llenó de agua en 1937. El volumen de agua acumulado en el embalse el pasado 18 de julio alcanzaba un 27 % de su capacidad
El gerente editorial del Observatorio Terrestre de la NASA los describió en una noticia del portal digital de la agencia como “una ilustración clara de los efectos del cambio climático y un episodio de sequía de larga duración que pueden ser probablemente los peores registrados en el Oeste de los EEUU durante los últim0s 12 siglos”.
El retroceso de las aguas ha roto las rampas de las embarcaciones de recreo y amenaza la producción de energía hidroeléctrica. El descenso de las aguas ha revelado también secretos ocultos bajo el agua durante décadas. Se ha recuperado un cuerpo humano dentro de un tonel – considerado un asesinato a tiros de la mafia – junto con trastos y basura dejada por los visitantes de vacaciones durante años, así como una embarcación de la época de la segunda guerra mundial que fue
No obstante, lo que el fango seco ha expuesto de forma más impactante es el daño devastador de la crisis climática y su progresión tan rápida. El Lake Mead es solo una parte de la amenazada cuenca del río Colorado, que suministra agua a unos 40 millones de personas, a unos 2 millones de hectáreas de terrenos agrícolas, así como a las plantas, peces, animales y pájaros que viven en el ecosistema ribereño. Todo el sistema hídrico alcanzaba en esos momentos un 35 % de su capacidad.
La sobreexplotación ha acelerado el declive del sistema, que ha sufrido también la disminución del deshielo y las abrasadoras temperaturas que evaporan aún más humedad de la región. Más de una tercera parte del Oeste americano está considerado en estos momentos bajo el efecto de una sequía extrema, de acuerdo con el US Drought Monitor, y bajo la amenaza de días cálidos y secos durante las estaciones próximas.
A medida que los embalses situados a lo largo del río Colorado alcanzan unos niveles considerados críticamente bajos, incluyendo el Lake Mead, el gobierno federal ha hecho un llamamiento a los Estados cuyos abastecimientos dependen de esta cuenca para que implanten drásticas medidas de reducción de su uso de agua. No obstante, los científicos climáticos consideran que el desastre no es una condición temporal. Es un cambio sistémico al que nos hemos de preparar y adaptar. Las restricciones de agua pueden estar próximas – pero se necesitará mucho más que eso para mantener el sistema, a medida que las condiciones desfavorables se intensifican.
En palabras de Rhett Larson, profesor de derecho en recursos hídricos de la Arizona State University, entrevistado por el diario Denver Post sobre el declive del río Colorado, “esto no es una sequía, esto es un proceso de avance de la aridez. Esto no es algo que podemos esperar que se acabe. Esto no es algo que podremos sobrevivir. Este es el nuevo mundo en el que vivimos”.