Aunque la sequía que está sufriendo California es una de las peores de su historia, los ciudadanos no progresan en el ahorro de agua. Los sorprendentes resultados publicados la pasada semana indican que la reducción del consumo urbano de agua durante el mes de octubre representa un 6,7% en relación con el del mismo mes de 2103. Esa disminución es menor que la del 10,3% registrada en septiembre y del 11,6% registrada en agosto. Los resultados publicados por el Consejo Estatal del Agua y analizados por el diario Mercury News muestran además unas diferencias dramáticas en el grado de ahorro de las zonas del norte y las del sur del estado. Mientras que la zona de la Bahía de San Francisco ha rebajado su consumo de agua en un 15,5% en octubre, en relación con octubre de 2013, los residentes de la zona de Los ángeles rebajaron sus consumos de agua en tan solo un 1,4% durante el mismo periodo. Llama la atención que los residentes de San Diego han registrado un aumento del consumo del 2,6%. “Las recientes lluvias no justifican que rebajemos nuestros esfuerzos en el ahorro de agua” manifestó la presidenta del Consejo de Control de los Recursos Hídricos del Estado, durante la presentación de los resultados de 400 ciudades y comunidades de usuarios. “Serán necesarias tormentas continuadas para sacarnos de esta terrible sequía”.
Los medios de comunicación californianos se preguntan si a medida que el estado se adentra en el cuarto año consecutivo de severa, extrema o excepcional sequía, cabe esperar que se produzcan cambios sustanciales en el comportamiento de los ciudadanos en cuanto al uso del agua. La mayor parte de los expertos dicen que no, a menos que las 400 agencias distribuidoras de agua apliquen penalizaciones draconianas a los grandes consumidores de agua, o los legisladores aprueban prohibiciones claras sobre el uso del agua en “aprovechamientos injustificados” tales como el riego de césped, las fuentes y las piscinas. Sin el temor ante el castigo, no cabe esperar un cambio dramático en los comportamientos. Si hay un uso en el que los cambios pueden ser inmediatos, ese es el riego de jardinería. De toda el agua suministrada a las ciudades, de un 70% a un 80% se dedica al riego exterior. Expertos del sur del estado indican que los residentes de estas zonas gastan unos 1.200 hm3 al año en riego excesivo de sus parterres, aproximadamente la mitad del agua importada en la región de Los Angeles cada año. Aunque la tradición de los emigrantes de la costa este y el significado social de los parterres juegan un papel determinante en su implantación, las condiciones climáticas de esta parte del estado van a obligar a sus residentes a cambiar sus costumbres, mediante la adopción de vegetación autóctona, menos consumidora de agua. Se anticipa un proceso lento, pero ya perceptible en diversas viviendas y urbanizaciones.