El diario Los Angeles Times publicó el pasado 23 de noviembre un interesante artículo de Ian James titulado “la sequía supone unas pérdidas para la agricultura de California de 1,7 millardos durante el presente año”.
A continuación se presenta el texto en español del citado artículo.
Durante el otoño, los campos de cultivo del arroz en el Valle del Sacramento brillan normalmente con su color marrón dorado, característico del momento de la recolección. Este año, sin embargo, muchos de esos campos han sido dejados cubiertos de tierra sin vegetación.
En palabras de un cultivador de arroz, “Esto es un desastre. Esto no había ocurrido nunca. Nunca. Y vengo cultivando arroz desde 1980”. Este agricultor siembra normalmente unas 730 ha de arroz. Sin embargo, la sequía ha sido tan intensa durante este año que los suministros de agua para los agricultores de la zona han debido ser reducidos dramáticamente. El agricultor, presidente del consejo de la comunidad de regantes Glenn-Colusa, no ha plantado ni una sola hectárea de arroz. Muchos otros agricultores optaron por dejar los campos sin sembrar.
California acaba de atravesar uno de los periodos de tres años más secos del historial de registros, y la sequía del presente año ha obligado a que la superficie de tierras de cultivo dejadas en barbecho sea todavía mayor.
En un nuevo informe sobre los efectos económicos de la sequía, los investigadores estimaron que la superficie de regadío en California experimentó una disminución de unas 300.000 ha durante el año 2022, aproximadamente un 10 % del total, en comparación con el año 2019 — el año previo a la sequía. Ese valor es superior al estimado en 230.000 ha de tierras de cultivo que se dejaron en barbecho el año pasado.
Casi toda la superficie de tierra de cultivo que se dejó sin plantar y en secano está ubicada en el Valle Central, y una gran parte de ella en la mitad norte del Valle. Las principales zonas de cultivo del arroz del Estado en los condados de Sutter, Colusa y Glenn se vieron afectadas de forma especialmente intensa, de acuerdo con el citado informe, obligando a que debieran dejarse en barbecho unas 110.000 ha este año.
En palabras de un economista de recursos hídricos y profesor asociado en ingeniería civil y ambiental de la UC Merced, “La intensidad de la actual sequía no tiene precedentes en el Valle del Sacramento. Ha sido incluso más intensa durante el año pasado, haciendo que sus efectos se acumulen sobre los de los años secos anteriores”.
Este investigador y sus colegas de la UC Merced, UC Davis y el Public Policy Institute of California elaboraron el informe a petición del Departamento de Alimentación y Agricultura de California. Estimaron los cambios experimentados por la superficie de tierras de regadío mediante una valoración topográfica de las zonas de riego, un análisis de los datos hídricos y una revisión de las observaciones captadas por los satélites.
Observaron que los suministros de agua en el Valle Central se redujeron en casi un 43 %, tanto en 2021 como en 2022. Los agricultores pudieron compensar parcialmente esas reducciones mediante unos mayores bombeos de aguas subterráneas.
Los ingresos brutos de los cultivos disminuyeron en 1,7 millardos de dólares, es decir un 4,6 %, durante el presente año. Los ingresos de las industrias estatales dedicadas al procesado y manufacturado de alimentos disminuyeron en casi 3,5 millardos, un 7,8 %.
La pérdida de puestos de trabajo agrícolas se ha estimado en 12.000 personas, lo que representa una reducción del 2,8 %.
En palabras del investigador del informe, “los trabajadores del sector agrícola son los que más sufren durante las sequías”. Los investigadores indican que California carece de programas suficientes para atender a los trabajadores que pierden sus trabajos agrícolas. Indican que es crucial “identificar y atender a las comunidades que dependen de puestos de trabajo estacionales y permanentes vulnerables a la sequía”.
La cantidad de tierras de cultivo dejadas en secano durante este año sobrepasan el valor máximo de tierras dejadas en barbecho durante la sequía que afectó a California entre 2012 y 2016.
El profesor Medellín-Azuara, investigador principal del informe, indica que la situación podría haber sido aún peor este año si los embalses que abastecen el Valle del San Joaquín no hubieran mejorado sus reservas con las lluvias de finales del 2021, haciendo posible unos mayores suministros de agua. A pesar de todo ello, las pérdidas agrícolas fueron intensas.
En palabras del profesor de economía agrícola Daniel Sumner, de UC Davis, “Es un impacto verdaderamente notable. Los efectos sobre la economía agrícola del Valle del Sacramento, que dispone normalmente de más agua y mejores tarifas que el Valle del San Joaquín, fueron especialmente intensos, representando la mayor concentración que he visto en la región durante décadas”.
Según el profesor Sumner, “los altos precios de la leche ayudaron a mitigar el declive general de los ingresos de las granjas. Los granjeros hicieron diversos ajustes para afrontar los menores suministros de agua. Hemos reducido la producción de algodón y hemos reducido la producción de otros cultivos. Seguimos produciendo la mayor parte de los frutos y vegetales por los que somos bien conocidos. La agricultura de California es increíblemente resiliente”.
Pero la presión en la agricultura sigue intensificándose a medida que el cambio climático propicia sequías cada vez más intensas y de mayor duración, así como oleadas de calor que pueden dañar la producción de los cultivos.
Durante los dos últimos años, los cultivadores han aumentado dramáticamente el bombeo de aguas subterráneas en el Valle Central, incluyendo muchas áreas donde los niveles del agua están descendiendo y donde un creciente número de pozos domésticos ha llegado a secarse. Los investigadores estiman que las explotaciones agrícolas han extraído este año un 27 % más de agua subterránea que en 2019.
Esa enorme dependencia del agua de los pozos habrá de enfrentarse a nuevas limitaciones durante los próximos años. Las agencias locales del agua en el Valle del San Joaquín están siendo requeridas a que comiencen a controlar la sobreexplotación de acuíferos, de acuerdo con la Ley de Gestión Sostenible de las Aguas Subterráneas del Estado que les obliga a equilibrar el uso de agua con los recursos disponibles para el año 2040. Los investigadores estiman que el cumplimiento de las normas de sostenibilidad previstas por la ley hará necesario que grandes superficies de tierras de cultivo deban dejarse sin cultivar de forma permanente.