A corto plazo, la situación de excepcionalidad hidrológica e incluso de emergencia hidrológica nos llevarán a una interrupción de los suministros regulares y necesarios de agua para la agricultura (y otros usos), con las consiguientes pérdidas de producción, económicas, de empleo y sociales que todo ello comporta. El recurso a fuentes de agua marginales ayudará a mitigar la falta de agua, hasta que lleguen las lluvias. Nuestra experiencia histórica y la reciente de California indica que esas lluvias llegarán, incluso con notable intensidad. Las soluciones estructurales requieren una mínima planificación y un tiempo de implantación.
A medio y largo plazo, considerando que incluso tras un periodo de emergencia hidrológica las lluvias tornarán a producirse (California es un ejemplo ilustrativo), convendrá adoptar las estrategias capaces de captar toda al agua de lluvia posible tanto para evitar las inundaciones como para asegurar una retención lo más grande posible de recursos. Las actuaciones de los gestores hídricos de California durante estas últimas semanas pasan por asegurar que los embalses se llenan de agua, aunque asegurando la protección necesaria ante las posibles inundaciones aguas abajo. Los agricultores están adoptando una nueva práctica agrícola consistente en dejar que una parte de sus terrenos de cultivo se inunde con caudales excedentarios (a modo de llanuras de inundación, en cultivos tolerantes) a fin de promover la infiltración de agua en el suelo y la recarga de los acuíferos.