La percepción pública, cultural, normativa e incluso religiosa considera que la prevención sanitaria y en especial la higiene del agua y los alimentos son factores determinantes del progreso humano y social. Esa percepción adquirió una relevancia histórica en 1855 en Londres, cuando John Snow, médico de la reina de Inglaterra, demostró experimentalmente (primera vez en la historia) que la epidemia de cólera que afectaba a la población de Londres estaba causada por el consumo de agua desde una fuente pública, cuya captación en el río Támesis estaba “contaminada” por los vertidos de aguas residuales de las poblaciones situadas aguas arriba. Esa incidencia sanitaria impulso la estrategia normativa de que los abastecimientos públicos de agua deben realizarse a partir de agua de gran calidad, libres de contaminación. La búsqueda de indicadores biológicos de contaminación, más allá de las observaciones puramente visuales, contribuyó al desarrollo de la microbiología del agua, disciplina científica que iniciaba su desarrollo en aquellos momentos.
La preocupación esencial que la reutilización del agua suscita entre la ciudadanía y las autoridades reside en que la fuente de agua utilizada para el proceso de regeneración es precisamente un agua residual, lo que les lleva a pensar que la reutilización puede propiciar unas condiciones sanitarias como las que se registraron durante la epidemia de cólera de Londres en 1855 o las registradas posteriormente en otros lugares del mundo. Por todo ello, el gran reto de la reutilización del agua es demostrar que los procesos técnicos propuestos y utilizados actualmente para regenerar el agua permiten obtener un agua de calidad microbiológica y química adecuada para proteger la salud humana y ambiental.
Son cada vez más los proyectos de regeneración y reutilización del agua que han conseguido transmitir a la población y las autoridades sanitarias una correcta percepción de la eficacia sanitaria del proceso de regeneración, facilitando así la aceptación pública del agua regenerada como fuente alternativa de recursos. Los usos contemplados para el agua regenerada han ido ampliándose, desde los más tradicionales “no potables” (el agua no es ingerida por las personas) como el riego agrícola y de jardinería, hasta los más vanguardistas “potables” (el agua regenerada es ingerida por las personas), bien sea tras su dispersión y mezcla con masas de agua naturales (acuíferos o embalses) o bien mediante la ingestión directa del agua regenerada tras su incorporación a la red de abastecimiento. La reutilización potable que se realiza en la Estación Espacial Internacional es sin duda el ejemplo más emblemático de la reutilización potable directa.