En un excelente documento de 8 páginas, titulado “Drought and water year 2016: hot and dry conditions continue”, el Departamento de Recursos Hídricos de California resume las facetas más destacadas del año hidrológico 2016 que acaba de concluir en septiembre, marcando así el inicio del sexto año consecutivo del episodio de sequía que viene registrando.
Aunque los registros hidrológicos reconstruidos muestran que el estado ha experimentado sequías de mayor duración que las del presente siglo, una de las sequías documentadas desde que se disponen registros alcanzó cotas similares a las del periodo más seco de los últimos seis siglos. Fue el episodio prolongado de alternancia de condiciones más y menos secas que se registró en los años 1920’s y 1930’s, en un momento histórico en que la población del estado era 6 millones de habitantes (ahora alcanza 38 millones) y la superficie de regadío era la mitad de la actual (3,9 millones de ha).
El episodio actual de sequía se enmarca en un período de temperaturas cálidas. En términos generales, el periodo transcurrido desde 1950 ha sido más caluroso en todo el sudoeste de los EEUU (incluyendo California y la cuenca del río Colorado) que en cualquier momento de los 600 años anteriores. Esas condiciones cálidas tienen numerosas consecuencias climáticas: una mayor fracción de la precipitación se recoge en forma de lluvia, en lugar de nieve, un menor espesor de nieve en las montañas, una escorrentía primaveral de montaña anticipada, y unas mayores necesidades de agua para los cultivos, la jardinería urbana y la vegetación nativa. En 2014, el estado alcanzó de nuevo el record de la menor reserva de nieve, un 25 % de la media, superando así los records registrados durante los años 1950s. Ese record se superó en 2015, cuando el espesor de nieve equivalente registrado el 1 de abril descendió hasta un 5 % de la media.
El impacto acumulado de esas condiciones – múltiples años secos, escasos espesores de nieve, temperaturas más cálidas – se ha manifestado en unos menores flujos de escorrentía de primavera en las cuencas principales del Valle Central, en relación con el año húmedo de 2011, que son las que alimentan las principales fuentes de suministro desarrolladas en California. Aunque durante el año 2016 ciertas zonas del norte del estado registraron precipitaciones entre valores medios y ligeramente superiores a la media, la escorrentía de primavera fue sensiblemente inferior a la media, debido a la reposición natural de la falta de humedad del suelo, la mayor captación de agua por la vegetación y una menor precipitación en forma de nieve. El volumen de agua en forma de nieve registrado el 1 de abril de 2016 fue un 85 % de la media histórica. Aunque ese valor fue mucho más favorable que el volumen tan limitado registrado durante los años 2014 y 2015, resultó insuficiente para alcanzar unos niveles medios de escorrentía. Se ha acuñado una nueva expresión, “sequía nival”, para designar esta nueva condición hidrológica.
El efecto acumulado de las condiciones cálidas y secas que se han mantenido durante el año hidrológico 2016 han afectado a los abastecimientos para usos humanos y medioambientales. Continúa el descenso de los niveles freáticos, haciendo que muchos pozos superen sus cotas históricas. El riesgo de fuegos naturales se mantiene elevado, especialmente en el sur del estado, y se está registrando una amplia mortalidad de árboles en algunas de las cuencas de la Sierra Nevada. Prosiguen las actuaciones de emergencia, incluyendo la asistencia a pequeñas comunidades y propietarios privados de pozos cuyos suministros de agua de consumo se están viendo afectados.
Las aportaciones naturales de agua del estado están constituidas principalmente por un reducido número de tormentas invernales; esto hace que la ausencia de varias tormentas intensas o una mayor intensidad de las registradas propicie la fluctuación entre un año seco y uno húmedo. Los modelos meteorológicos disponibles, con una capacidad de anticipación de hasta dos semanas, son relativamente fiables para predecir estas intensas tormentas hasta con una semana de antelación, aunque todavía no es factible ofrecer una estimación cuantitativa fiable de la precipitación en puntos determinados. Se dispone de escasa capacidad científica para predecir la precipitación a escalas temporales inferiores a la duración de una estación meteorológica (uno o dos meses) o una estacional (la estación húmeda invernal); mejorar esta capacidad de predicción es una prioridad en la gestión de los recursos hídricos. La incapacidad para predecir correctamente la precipitación estacional durante el año hidrológico 2015, durante uno de los episodios más intensos de El Niño registrados hasta el momento, ilustra el gran progreso que todavía queda por hacer en este campo.
Por otra parte, los modelos predictivos de las temperaturas tiene una mayor fiabilidad que los de predicción de la precipitación. Los resultados obtenidos con modelos climáticos aplicados a largos periodos de tiempo anticipan un futuro más cálido para California. Las futuras sequías serán muy probablemente similares a las que el estado ha comenzado a registrar en estos momentos, con menores espesores de nieve, mayores precipitaciones en forma de lluvia y menor escorrentía de deshielo primaveral. Aunque no es posible anticipar con exactitud si el año hidrológico 2017 será húmedo o seco, lo que sí podemos esperar es que, como media, las futuras sequías serán cada vez más problemáticas debido a las temperaturas más altas en las que se verán enmarcadas.