El portal de The Hill, emblema de un diario norteamericano y una compañía de medios de comunicación implantada en Washington, considerado el mayor portal independientes de noticias políticas en los EEUU, publicó el pasado 9 de septiembre un artículo de Zack Budryk en el que se anuncian las considerables dificultades que afronta la agricultura californiana debido al episodio de sequía que viene afectando al Estado por tercer año consecutivo.
A continuación, se presenta la traducción en español del citado artículo.
Más del 97 % del territorio californiano está sometido en estos momentos a unas intensas condiciones de sequía, lo que plantea el temor de tener que adoptar unas difíciles decisiones sobre la agricultura de un Estado que produce una cuarta parte de los alimentos de los EEUU.
La agricultura es el principal usuario de agua en el Estado y la sequía, en su tercer año consecutivo de duración, viene a añadirse a las intensas presiones que está experimentando California para que se haga cargo de una mayor parte de las restricciones de agua que se están planteando al río Colorado.
El pasado jueves (8 de agosto), un 97,52 % del Estado más poblado de la nación estaba en una situación de intensa sequía según el US Drought Monitor, mientras que un 99,76 % estaba como mínimo en un estado moderado de sequía. En esa misma fecha del pasado año, un 95,56 % del Estado estaba en condiciones de intensa sequía.
La mayor parte de la sequía se ha concentrado en la parte norte del Estado, según indica Alvar Escriva-Bou, un miembro senior del Public Policy Institute del Centro de Políticas Hídricas de California. “Eso es importante y es un problema, porque el sur de California recibe la mayor parte de sus abastecimientos de agua desde el Valle del río Sacramento”, en palabras de Alvar Escriva-Bou.
California produce más de una tercera parte de los vegetales consumidos en los EEUU y tres cuartas partes de las frutas y frutos secos nacionales, incluyendo 5,23 millardos en uvas, 3,02 millardos en fresas y 2,03 millardos en lechugas durante 2021, de acuerdo con el Ministerio de Alimentación y Agricultura estatal.
La mayor parte de la actividad agrícola se concentra en el Valle Central del Estado, que es la fuente de un 8 % de la producción nacional de cultivos, y en el Valle de Salinas, que fue la fuente de unos 1,36 millardos en lechugas en 2019.
California es el Estado decano del acuerdo interestatal que rige las asignaciones de agua desde el río Colorado. California utiliza esas aguas principalmente para el riego agrícola en el Imperial Valley. Eso le ha permitido evitar cualquier reducción de las transferencias de agua establecidas durante la reciente ronda de concesiones de agua anunciadas por el Bureau of Reclamation el pasado mes de agosto, que muestran como las principales restricciones de agua se asignaban a los Estados de Arizona y Nevada.
En palabras de tres profesores de derecho ambiental de la Escuela de Derecho de Berkeley, “Arizona ha recibido la fracción más importante de esas restricciones, debido a que es el usuario más novel de las aguas del río Colorado. Pero es muy probable que todos los Estados de la cuenca hidrográfica del río Colorado tengan que reducir sus concesiones de uso del agua del río Colorado”.
Se siguen realizando negociaciones separadas, después de que los Estados de la cuenca no respetaran la fecha límite para llegar a un acuerdo sobre las restricciones necesarias para evitar que los embalses Lake Powell y Lake Mead alcanzaran la condición de “aguas remansadas”. El Imperial Water District y Metropolitan Water District, que dan servicio al Imperial Valley y Los Angeles respectivamente, siguen negociando durante la semana en curso.
El tamaño de California, junto con su condición de decana en derechos del agua del río Colorado, hacen que la sobreasignación de agua del río no haya causado todavía un impacto intenso sobre los recursos hídricos del Estado, pero “hay un buen número de personas en otros Estados que están haciendo un llamamiento para que California acepte un mayor sacrificio sobre sus concesiones del río Colorado”, en palabras de un coordinador académico del Instituto de Recursos Hídricos de California.
Por ejemplo, a principios de esta semana, un parlamentario demócrata de Arizona, en una carta dirigida al Gobernador de California, hizo una petición para que California aumente su contribución al ahorro de agua, indicando que el Estado había aumentado en un 41 % el uso de agua del río entre abril de 2021 y abril de 2022. “Las restricciones de agua necesarias no pueden ser soportadas por tan solo uno o dos Estados”.
Al margen de las asignaciones de aguas fluviales, “hay ciertamente una preocupación sobre la viabilidad a largo plazo de la agricultura en muchas zonas del Estado”, en palabras de un profesor de ingeniería civil y ambiental del Centro de Ciencias Hidrológicas de la Universidad de California en Davis.
Desde la última sequía sufrida por California, y que se prolongó desde 2011 hasta 2016, el Estado ha considerado la posibilidad de terminar con la sobreexplotación de los acuíferos, una situación que se produce cuando la extracción de agua subterránea supera el volumen de agua superficial que se infiltra en un acuífero.
En palabras del citado profesor de ingeniería, “solamente para conseguir ese objetivo, será necesario abandonar el cultivo de hasta unas 200.000 ha de tierras de regadío. Además, la presencia de un clima más cálido y más seco, con una posible mayor frecuencia de sequías e inundaciones, con un cambio climático, con la sobreexplotación de los acuíferos y con la situación peligrosa creada por algunas especies invasoras van a hacer que California se vea obligada probablemente a abandonar el cultivo de hasta 600.000 ha o 800.000 ha de tierras de regadío, de un total aproximado de 2,8 millones de hectáreas de tierras de regadío, lo que representa una reducción muy importante”.
El sector agrícola californiano riega unos 3,9 millones de hectáreas al año, utilizando unos 42.000 hm3 de agua, lo que lleva a pensar que para conseguir esos menores consumos de agua será posiblemente necesario pagar a los agricultores para que reduzcan sus plantaciones.
El año pasado, las condiciones de sequía costaron a la agricultura californiana unos 1,1 millardos de dólares, debido a que se dejaron de cultivar 160.000 ha de tierras, de acuerdo con las investigaciones de la Universidad de California en Merced.
“Si las condiciones de sequía persisten durante 2022, será necesario implantar un mayor grado de medidas de adaptación a fin de reducir los impactos económicos en la agricultura y la población de millares de hogares que dependen de la agricultura para su existencia”, advierte Josué Medellín-Azuara, profesor en la Escuela de Ingeniería de la Universidad de California en Merced y autor principal de esas investigaciones.
Además de las necesidades agrícolas, Los Angeles, la ciudad más poblada del Estado, está situada en una de las zonas más secas del Estado, lo que significa que la forma en que California gestione el agua se convierte con frecuencia en un verdadero conflicto de reproches incluso sin tener en cuenta los temas relativos al río Colorado, en palabras de una profesora de la Escuela de Derecho de Berkeley. “Hemos venido trasvasando agua de un sitio para otro del territorio con objeto de apoyar nuestra agricultura y nuestras ciudades, pero no disponemos en realidad de tanta agua como desearíamos tener en estos momentos”.
En palabras del profesor de ingeniería civil y ambiental del Centro de Ciencias Hidrológicas de la Universidad de California en Davis, “considero que las ciudades no tendrán problemas, simplemente tendrán que comprar más agua”. No obstante, si las condiciones de sequía continúan, “se producirán importantes cambios locales en algunas zonas agrícolas como las de Imperial Valley y Palos Verdes, y un buen número de actividades agrícolas de baja rentabilidad llegarán a desparecer.
No todos los indicadores apuntan en dirección desfavorable para California. Hace un año, un 47,4 % del Estado estaba en condiciones “excepcionales” de sequía, la clasificación más alta del US Drought Monitor. Durante la semana actual, esa porción se ha reducido a tan solo un 16,57.
Según la profesora de la Escuela de Derecho de Berkeley, “lo que estamos presenciando, digamos durante los próximos 10 o 20 años, es la necesidad de encontrar formas de traspasar agua desde un uso a otro, sin desestabilizar de forma drástica nuestra economía o nuestros sistemas naturales”.