El portal de la agencia de noticias Associated Press (AP) ha publicado un interesante reportaje de Amy Taxin titulado “California farmers flood fields to boost groundwater basin” en el que se describen la recarga de acuíferos emprendida por agricultores californianos para aprovechar los caudales de agua excedentarios generados por las recientes lluvias, y recuperar así sus acuíferos casi agotados durante las recientes sequías.
A continuación se presentan en español varios párrafos destacados del citado reportaje.
Un campo agrícola en el que se han venido cultivando tomates, pimientos y cebollas parece en estos momentos un océano agitado por el viento, tras la decisión del agricultor Don Cameron de capturar la escorrentía generada por un terriblemente año húmedo en California, y así poder recargar el acuífero que representa su única fuente de agua para el riego de sus cultivos.
Dejar de cultivar unos tomates durante un año es una opción sencilla si eso significa aumentar los suministros de agua futuros para esta explotación agrícola situada a 56 km al sudoeste de Fresno. Don Cameron bombea 370.000 m3 de agua al día – suficiente para abastecer a centenares de viviendas durante un año – desde el agitado North Fork del río Kings hasta sus anteriores plantaciones hortofrutícolas en las que permanecen arbustos de pistachos, que pueden soportar una inundación intensa.
En palabras de Don Cameron, “Sabemos desde hace tiempo que, si no disponemos de agua, habremos de abandonar nuestra actividad. Estamos contribuyendo a proteger las poblaciones situadas aguas abajo, y estamos incorporando el agua en el subsuelo”.
Este agricultor de 70 años ha pasado más de una década construyendo y ampliando un sistema para desviar las aguas de inundación desde poblaciones rurales próximas y es un pionero de la práctica conocida como “recarga in situ” de la propia explotación agrícola. Mediante la inundación de los terrenos agrícolas durante los periodos húmedos se consigue restaurar las reservas de agua de los acuíferos.
Y no está solo en esta práctica. Las agencias gubernamentales, los funcionarios regionales y las organizaciones no gubernamentales están observando esta práctica como una forma de aliviar las oscilaciones del clima, especialmente a medida que California se las arregla para avanzar en un invierno que los expertos en pronosticar la capa de nieve sobre la Sierra Nevada anticipan que podría durar durante meses. Las aguas subterráneas son esenciales tanto para los agricultores como las poblaciones a lo largo del Central Valley, una fuente esencial de alimentos para los EEUU.
La idea de utilizar los campos agrícolas para recargar los acuíferos ha venido circulando durante años. Tras la aprobación estatal de una ley en 2014 por la que se pedía a las agencias regionales que gestionaran sus acuíferos de forma sostenible para evitar la sobreexplotación, un número creciente de agricultores abocados a dejar sus cultivos en secano han comenzado a considerarla como una opción viable.
Con el potencial de que se produzcan inundaciones en pequeñas pueblos y comunidades rurales durante este año, el gobernador Gavin Newsom firmó una orden este mes haciendo más fácil para los agricultores el desviar aguas de inundación hasta sus campos.
Pero mientras que algunos agricultores como Don Cameron están dispuestos a inundar sus campos, muchos otros no lo están. No obstante, las lluvias y las posibles limitaciones a los bombeos de aguas subterráneas han hecho que esta práctica galvanice, en palabras de Wendy Rash, especialista estatal en calidad del agua en el Natural Resources Conservation Service del U.S. Department of Agriculture.
El año pasado, esta agencia inició un programa piloto con 20 agricultores, y más de dos docenas de agricultores solo en el Condado de Fresno están a la espera de poder unirse a esta iniciativa en expansión durante su segundo año. Si el programa tiene éxito, podría ser adoptado en otros Estados del oeste.
En 2017, otro año húmedo, Don Cameron intentó inundar almendros, pistachos, nogales y viñedos, observando que todos podían sobrevivir, siempre que el agua permaneciera fría. En sus propias palabras, “es complicado controlar la distribución y destino final del agua infiltrada, pero pude observar un ascenso de 12 m en el nivel del agua bajo los viñedos inundados”.
En aquellos momentos, Don Cameron gestionó el agua con un sistema mucho más pequeño del que dispone en la actualidad, que ha podido implantar con una financiación estatal de 5 millones de dólares y así ampliar significativamente su capacidad de recarga. “Disponemos de la explotación, tenemos los suelos, y tenemos la determinación de hacerlo”.