El diario Los Angeles Times ha publicado un interesante reportaje sobre la evolución que vienen registrando los embalses más importantes de California y las tribulaciones a que han de hacer frente los gestores de los recursos hídricos: adoptar medidas propias de una terminación de la sequía o de su continuación. Las lluvias registradas recientemente en el norte del estado han sido tan importantes como para que los responsables federales hayan hecho lo que nunca se hubiera podido imaginar hace un año: abrir las compuertas del embalse Folsom Lake para dejar que el preciado líquido fluya al río American y así prevenir la posibilidad de inundaciones. La serie de tormentas registradas durante este “milagroso mes de marzo” ha hecho que el embalse de Folsom y de sus dos vecinos, Lake Oroville y Shasta Lake, hayan aumentado visiblemente sus reservas. Por primera vez desde la primavera de 2013, estos tres enormes embalses registran unas reservas superiores a sus medias estacionales. No obstante, los expertos indican que las valoraciones que se han popularizado sobre la terminación de la sequía han sido exageradas. A la espera de la lectura más significativa del espesor de nieve en el estado, que se realizará a principios de abril, solo cabe considerar algo más que una ligera mejoría de la media anual de lluvia y nieve. Los gestores del State Water Project han anunciado la entrega del 45 % de las dotaciones solicitadas para 2016, superior al 30 % vigente hasta hace tan solo tres semanas y al 20 % aplicado en 2015. En palabras del Prof. Lund, de UC Davis, “Es mejor que los dos últimos años, pero no lo suficientemente bueno que desearíamos que fuera”. Incluso después de las recientes lluvias, la reserva embalsada en todo el estado sigue por debajo del nivel medio. Aunque las reservas de nieve han mejorado notablemente, siguen por debajo de lo normal, y las aguas subterráneas en el valle de San Joaquín sigue en situación de sobre-explotación crítica, como lo ha estado durante décadas. La situación coloca a los reguladores en una situación similar a un “purgatorio de la sequía”. A medida que elaboran su plan de acción para 2016, los funcionarios han de seguir exigiendo a los ciudadanos que ahorren agua, a la vez que valoran la posibilidad de rebajar las restricciones de uso de agua, permitiendo que los parterres retomen su color verde. Según el Prof. Lund, “Estamos en una situación embarazosa, dudando sobre si estamos en sequía o no lo estamos y sobre qué deberíamos hacer. Creo que nadie sabe qué debemos hacer exactamente”. Según la presidenta del Consejo Estatal de Control de los Recursos, “se ha recogido suficiente precipitación como para que no tengamos que intensificar las normativas. Esperamos, al menos, poder tomarnos un respiro. Pero no podemos declarar victoria”. Para el director del Pacific Institute, sería un gran error que los gestores estatales abandonaran los programas de emergencia para ahorrar agua. Los datos revelan ya un declive de los esfuerzos de ahorro, “porque los ciudadanos han visto llover”.