El pasado 6 de mayo, el Centro de ciencias Hidrológicas de la UC en Davis publicó un interesante informe elaborado por Erik Porse sobre la mejora registrada en el ahorro de agua para usos urbanos en el estado.
El invierno relativamente seco de 2017-18 sirvió para refrescar los recientes recuerdos del ahorro de agua al que obligó la sequía. Desde 2013 a 2016, las empresas de abastecimiento urbano de agua hubieron de cumplir con las restricciones de agua, voluntarias primero y luego obligatorias, establecidas en el Decreto B-37-16. Mediante su cumplimiento, las empresas de agua urbana alcanzaron un 26 % de ahorro a nivel estatal, contribuyendo así a que éste superara el severo episodio de sequía. Las lluvias invernales del periodo 2016-17 propiciaron la supresión de las medidas de ahorro obligatorias. Liberadas de esos requisitos estatales, las agencias hídricas estatales dieron por terminados los recortes obligatorios, pasando a satisfacer los “test de estrés” en los que se incorporaban varios años de abastecimiento asegurado de suministro de agua.
Uno de los resultados favorables del episodio de sequía de 2013-17 fue la obtención de la información que se venía necesitando desde hacía años sobre el uso mensual de agua en zonas urbanas y el ahorro conseguido. Esta información ha continuado generándose, dando lugar a una gran base de datos con la que valorar las tendencias. Los datos recogidos han permitido conocer cuanta agua utilizan realmente las ciudades del estado, así como sus tendencias temporales y las diferencias geográficas y estacionales.
La cuestión que cabe plantearse ahora es cómo se continuar ayudando en el conocimiento del caudal de agua que utilizan las ciudades. Diversos análisis de los datos relativos al ahorro de agua, junto con recientes investigaciones, ofrecen diversas claves con las que entender esta cuestión tan compleja.
Diferencias estacionales y geográficas en el uso del agua
Los caudales totales de agua usada hasta finales de 2017 indican que las ciudades de muchas partes del estado continúan usando menos agua de la que gastaban en el año 2013, aunque de forma menos eficiente que durante la sequía. Hay varias excepciones, incluyendo la costa sur, donde el 59 % de las empresas indican una recuperación de los consumos hasta valores similares a los registrados en el año 2013.
La valoración de las tendencias a lo largo del tiempo y el espacio ofrece resultados valiosos. Algunas localidades continúan registrando unas tasas elevadas, incluso ostentosas, de uso de agua. Por otra parte, las diferencias estaciones son evidentes. Los meses secos muestran unas tasas de uso de agua per capita mucho mayores, debido al riego de jardinería, como muestran las gráficas del webmap del Pacific Institute. Por otra parte, el riego invernal puede ser igualmente importante. Los cambios llevados a cabo para adoptar paisajes urbanos que no requieran el riego invernal pueden ser tan eficientes en el ahorro del agua como la limitación del riego estival.
Comparaciones de consumes individuales
Muchas ciudades de Califonira tienen unas tasas de consumo de agua mayores que las de sus equivalentes en otros países. ¿Qué puede significar en realidad un objetivo de 380 litros por persona y día (uso total) para la vida urbana?
El decreto de 2016 trató de plantearse esta cuestión, en parte exigiendo a las agencias estatales que desarrollaran unos balances de uso de agua basados en objetivos específicos de uso interior, consumos comerciales e industriales, y el riego exterior. Este esfuerzo continúa en la actualidad. No obstante, los balances de uso de agua no revelan por sí mismos las implicaciones de los diversos objetivos de uso per capita, especialmente para usos exteriores.
¿Podría una ciudad del sur del estado, por ejemplo, existir con un uso total de agua de 300 litros por persona y día? ¿Qué significaría esto para sus plantas, árboles y jardinería? ¿Cómo cambiarían esos efectos en la zona de la bahía de San Francisco o en el Valle Central? La investigación en ecología urbana demuestra que las plantas y los árboles muestran unas tendencias de uso de agua y unas caracterísiticas fisiológicas diferentes y variables en las ciudades, debido a los hábitos de riego, el clima y otros factores. Estos conocimientos emergentes han de servir para mejorar las prácticas de uso del agua.
En Los Ángeles, por ejemplo, la investigación utiliza datos experimentales de uso de agua por parte de especies específicas de arboles y parterres para estimar los balances de uso de agua en exteriores y sus efectos sobre la conservación de árboles y plantas. En la zona metropolitana de Los Ángeles, un objetivo estimado de 300-380 litros por persona y día podría asegurar la pervivencia de árboles y paisajes de bajo consumo de agua, junto con las necesidades residenciales y comerciales, permitiendo también unos recortes significativos de agua importada. Unos ahorros más intensos, por debajo del límite inferior de ese intervalo, requeriría una conversión a largo plazo de las especies arbóreas existentes y la adopción de especies tolerantes a la sequía.
Los huertos urbanos como recurso
Unos huertos urbanos bien diseñados pueden servir de base para un número importante de especies vegetales y animales, aunque los residentes habrán de disponer de mejores herramientas, información y directrices sobre el suelo y las normas de riego. La jardinería exterior representa un 50 % del uso total de agua urbano en muchas zonas. Es cada vez más frecuente que las empresas de agua financien la sustitución de parterres de césped como forma de promover el ahorro a largo plazo. No obstante, muchos programas no requieren que la jardinería resultante incluya diversidad ecológica y plantas nativas.
La investigación realizada en Los Angeles indica que en ausencia de esos requisites, la sustitución del césped puede generar una jardinería más deiversa. Las empresas urbanas que cuenten con ecólogos en su plantilla pueden asegurar una mejor sustitución del césped e impulsar una jardinería con mayor biodiversidad, especies vegetales nativas y árboles. Algunos ejemplos, como el programa de sustitución de césped de la ciudad de Log Beach ofrece unas directrices para los residentes muy útiles.
La información contenida en la base de datos Calflora sobre plantas nativas de California y en la Guía para la selección de árboles del Instituto de ecosistemas arbóreos urbanos de Cal-Poli constituyen dos excelentes referencias estatales. No obstante, una mejora del proceso de selección de plantas nativas y tolerantes a la sequía en los viveros urbanos de California facilitaría a los ciudadanos la adopción práctica de toda esa información.