Pedro Simón, Director Técnico de ESAMUR y representante de esta entidad como socio protector de ASERSA, se ha ofrecido a compartir con nosotros su visión del proceso de aprobación de la normativa aplicable al riego agrícola con agua regenerada por parte del Parlamento Europeo y de las consecuencias que su aprobación en el redactado actual puede tener para el futuro de la reutilización planificada en riego agrícola. A continuación aparecen las reflexiones elaboradas por Pedro Simón, a quien agradecemos mucho el esfuerzo y el interés que lleva dedicando desde ESAMUR a la implantación de la reutilización planificada en la Región de Murcia, al estudio de las posibles alternativas de regeneración, a la elaboración de la normativa europea sobre reutilización agrícola y ahora a la redacción de estas interesantes e importantes reflexiones.
El pasado martes 22 de enero, la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo aprobó una serie de modificaciones de la propuesta de la Comisión Europea de una Regulación del Parlamento y del Consejo Europeo sobre los requerimientos mínimos para la reutilización del agua regenerada en riego agrícola, que se había presentado el 28 de mayo de 2018.
Durante el tiempo transcurrido desde su presentación, se ha intentado convencer a los europarlamentarios y miembros del Consejo para que llevaran a cabo una serie de modificaciones en el documento original, que sin duda iban a ser muy beneficiosas para extender la reutilización de agua regenerada, que alcanza un nivel bajísimo en la gran mayoría del territorio europeo en estos momentos. La experiencia de nuestro país en este campo, especialmente en la zona mediterránea, constituía un argumento de apoyo muy importante. No obstante, el resultado final ha sido muy negativo, desde nuestro punto de vista, a pesar de todos los esfuerzos realizados.
La demonización de las aguas regeneradas y el desconocimiento de la mayoría de los países en el campo de la reutilización han llevado a poner cada vez más trabas, lo que únicamente va a conseguir es que se reduzca la reutilización planificada del agua, en beneficio de la reutilización incidental o indirecta, puesto que se va a seguir regando. Muchos de los caudales de agua que actualmente se reutilizan serán vertidos a los cauces superficiales, desde donde se captarán posteriormente para el riego y otros usos. Considerando que ello no comportará la exigencia de ningún tratamiento adicional, salvo el exigido en la Directiva 91/271, la calidad microbiológica será probablemente inferior a la actual.
Sorprendentemente, al dejar de hacerse estas captaciones desde un efluente depurado, nadie le pondrá ninguna pega. En esas condiciones, ¿es creíble que la calidad de las aguas superficiales vaya a ser mejor que la del agua regenerada producida con los controles adecuados? ¿Qué podría suceder si volviera a producirse una nueva “crisis del pepino“ en un caso en que sí pudiéramos tener responsabilidad? La normativa aplicable actualmente para la reutilización del agua (R.D. 1620/2007) ha funcionado razonablemente bien. Se nos presentaba la oportunidad de mejorarla, de ofrecer más garantías a los consumidores y por eso la apoyamos. Pero, en nuestra opinión, tal como se plantea actualmente la nueva normativa europea, su viabilidad va a ser muy limitada, por lo que muchas aguas regeneradas que actualmente se están reutilizando de forma planificada y controlada, no podrán seguir siendo reutilizadas en el futuro. Conviene citar también que el estudio de Evaluación de Impacto llevado a cabo por la Comisión Europea anticipa una repercusión económica absolutamente infravalorada del coste de aplicación de esta nueva normativa. Consideramos que la inversión necesaria para conseguir el objetivo propuesto va a ser de 5 a 6 veces superior a la prevista, en razón de nuestra experiencia de muchos años diseñando, construyendo y operando instalaciones de regeneración de agua.
Sin entrar en todos los detalles, puesto que sería larguísimo, vamos a exponer algunos de los puntos que consideramos pueden hacer mucho menos viable la reutilización planificada y que podrían corregirse:
En primer lugar, el documento de la Comisión Europea hace recaer toda la responsabilidad de la reutilización sobre el operador de la estación de regeneración; entre esas responsabilidades figura la de solicitar el permiso para la reutilización y diseñar y hacerse responsable de un plan de riesgos que pasa a ser un requisito imprescindible. El sistema de reutilización abarca desde las instalaciones de regeneración, las conducciones, los dispositivos de regulación del agua regenerada y los campos de cultivo, con su correspondiente sistema de riego. Siempre hemos entendido y solicitado que la responsabilidad debe ser compartida entre los diversos actores que participan en el proceso. Algunas de las modificaciones aprobadas van en este sentido, en cuanto asignan las responsabilidades al operador de la estación de regeneración, al operador de la red de distribución y al operador de la regulación del agua regenerada, pero eximiendo de ellas al usuario final, algo que parece sorprendente ya que es él quien puede tomar decisiones fundamentales sobre el riego, como son el cultivo a plantar, el sistema de riego utilizado y las medidas adoptadas para evitar afecciones a la salud de las personas o productos.
La responsabilidad de diseñar el Plan de Riesgos sigue recayendo en el operador de la estación de regeneración. Los tres operadores (regeneración, distribución y regulación) tendrán que solicitar un permiso a la autoridad competente; el operador de la estación de regeneración será el responsable de producir un agua que satisfaga la calidad requerida, antes de entregarla al operador de la distribución y al operador de la regulación, quienes tendrán que mantenerla en las condiciones recibidas hasta su entrega al usuario. Todo ello va a conllevar la adopción de muchas medidas preventivas en las instalaciones, que no están contempladas en la Evaluación de Impacto.
Desde el punto de los requerimientos microbiológicos solicitados, las exigencias son bastante mayores a las de nuestra actual regulación, aunque consideramos que con esfuerzo e inversiones razonables se puede satisfacer. Para hacernos una idea rápida de esas exigencias, hemos de decir que la nueva normativa obliga a mantener prácticamente de manera continua una concentración de E. coli inferior a 10 ufc/100 mL de efluente. Una exigencia más complicada de cumplir es la validación de los tratamientos requeridos para la clase A de agua regenerada, que es la más restrictiva y destinada al riego de productos de consumo en crudo. Esta validación exige eliminar varias ulog de indicadores bacterianos, así como de indicadores víricos y de protozoos. Uno de los indicadores seleccionados (esporas de Clostridium como indicador de protozoos) ha sido muy discutido por nuestra parte durante todo el proceso, por ser un mal indicador de protozoos y exigir además un tratamiento desproporcionado para conseguir el nivel de eliminación requerido. Los numerosos estudios y comprobaciones que hemos realizado revelan la necesidad de disponer de un equipamiento significativamente superior al requerido incluso para satisfacer normativas tan rigurosas como las del Título 22 de California.
Este debate culminó con la inclusión de un nuevo indicador, Crytosporidium, un protozoo real y que, por tanto, permite asegurar la eliminación de protozoos buscada y racionaliza de una manera muy importante el equipamiento de regeneración necesario. No obstante, se exigió una tasa de eliminación de 5 ulog, algo que carece de sentido práctico puesto que las concentraciones observadas en los afluentes a las estaciones depuradoras no alcanzan nunca esa concentración. Durante la última fase de los debates hemos intentado que la ausencia de Cryptosporidium en el efluente de la depuradora, que es lo que se pretendía, fuera suficiente para validar el tratamiento en lo concerniente a este indicador de protozoos.
Esta propuesta de modificación, que parece absolutamente razonable y de sentido común, parece haber sido aceptada en los últimos debates de la propuesta, por lo que consideramos que se ha mejorado la propuesta, haciendo mucho más viable su cumplimiento. No obstante, también se ha añadido en el último momento un nuevo parámetro microbiológico que no se había mencionado hasta este momento, que es la Salmonella, para la que se exige su ausencia en todos los muestreos. Teniendo en cuenta que se trata de una bacteria, estimo que no será difícil de inactivar y poder cumplir así el límite normativo. Conviene indicar que éste parámetro de calidad microbiológica no había sido considerado con anterioridad, lo que indica la forma irreflexiva e impulsiva con que se ha venido desarrollando esta normativa en la última fase del proceso, con muy poca base científica y argumental que la respalde.
Otro aspecto de gran importancia de esta normativa es la exigencia de elaborar un análisis de riesgos. El objetivo del análisis de riesgos es garantizar que la reutilización de las aguas regeneradas no va a causar ningún problema ni sanitario ni medioambiental, así como asegurar la calidad del agua desde su tratamiento hasta su utilización en los campos de cultivo. Este objetivo es deseado y compartido por todos, pero la lectura del documento genera una gran incertidumbre, ya que aparece mencionado de forma absolutamente indefinida y abierto a cualquier exigencia desproporcionada que pueda plantear quien tenga que aprobarlo en cada caso concreto. Se desconoce el alcance del mismo, como si deberá llevarse a cabo en todas las parcelas, en una que sea representativa o en la más desfavorable, así como cuáles serán los controles exigidos y su frecuencia, y quién habrá de afrontar su coste. La normativa indica que deberán tenerse en cuenta sustancias como los contaminantes de preocupación emergente, los microplásticos, la resistencia a antibióticos, los subproductos de la desinfección, la afección de estos compuestos al suelo de cultivo, así como sobre los acuíferos, las zonas de baño y en general a un listado de cualquier posible afección que nos podamos imaginar o de posibles elementos “contaminantes“, muchos de los cuales no aparecen ni siquiera contemplados en normativas que habrían de ser mucho más exigentes como es la aplicable a las aguas potables.
Este tema ha despertado todos los miedos y todo el afán de rigurosidad extrema de muchos de los europarlamentarios, que han aprovechado para introducir enmiendas muy exigentes. Casualmente, la mayoría de estos parlamentarios son originarios de países que no precisan de la reutilización, por lo que a ellos no les va a afectar. Se ha encargado nuevamente al JRC (Joint Research Center), organismo científico de la Comisión Europea al que se le encargó el documento técnico que ha servido de base a la Comisión Europea para su actual propuesta, que redacte una Guía de Recomendaciones que sirva de modelo para el estudio de riesgos que deberá llevarse a cabo en cada proyecto de reutilización. Es evidente la gran incertidumbre que prevalece sobre este tema, en el que un intento de control excesivo podría impedir la viabilidad práctica de la reutilización del agua, debido a los costes que todas esas medidas de control pueden comportar.
Por último, me gustaría comentar la situación actual de la reutilización desde el punto de vista de los agricultores. Por una parte, la Comisión Europea está intentando impulsar la reutilización, en cuanto considera que es cada vez más necesaria y, por otra parte, las cadenas comerciales de muchos países europeos están exigiendo que no se empleen aguas regeneradas para el riego de los productos que van a adquirir, llegando a amenazar a los agricultores. Es posible que haya llegado el momento de que todos afrontemos esta situación, de que seamos todos conscientes de la responsabilidad y de las ventajas que tiene la reutilización de las aguas regeneradas y de que no haya que esconderse para reutilizar las aguas regeneradas por miedos irracionales e injustificados y, por supuesto, de que todos los que nos dedicamos a esta tarea sigamos trabajando para demostrar que la reutilización de las aguas regeneradas es un proceso seguro, viable y necesario.
Quisiera agradecer, por último, a mis compañeros del grupo de reutilización de AEAS sus esfuerzos en esta lucha que ya llevamos manteniendo durante varios años, para conseguir una normativa de reutilización adecuada.