Un excelente artículo de Craig Miller, del pasado 22 de febrero en la sección científica de la cadena pública de comunicación KQED, ilustra de manera elocuente la preocupación que suscita la situación climatológica actual de California, tan solo un año después de haber registrado precipitaciones normales y después de haber dejado atrás 5 años hidrológicos consecutivos de intensas sequías.
Tras una brevísima pausa de un año hidrológico (2017), el Golden State está de nuevo recuperando el color marrón, al menos como lo indican los mapas gubernamentales.
El US Drought Monitor indica que actualmente, al menos un 48 % del estado puede categorizarse como en condiciones de “sequía moderada”, mientras que más del 91 % del estado puede considerare como al menos en condiciones de “inusualmente seco”, lo que se considera como el estado previo a la sequía.
El significado de la palabra “sequía” es obviamente muy subjetivo y adopta interpretaciones diferentes dependiendo de las personas afectadas. No obstante, el retorno de las matices amarillentos y marrones en los mapas ampliamente divulgados genera un cierto nerviosismo en muchas personas, considerando que la sequía más terrible registrada en el estado todavía está fresca en la memoria colectiva de la ciudadanía.
Está claro que el estado se prepara para iniciar de nuevo una sequía. Esta misma semana, cuando el Control Estatal de Control de los Recursos Hídricos se está planteando la adopción de restricciones permanentes a escala estatal para una serie de usos malgastadores de agua, los miembros del Consejo Estatal han podido saber que las observaciones realizadas en las estaciones de vigilancia de la parte norte de la Sierra Nevada indican que el periodo diciembre 2017–febrero 2018 ha sido el más seco registrado hasta la fecha en el estado (únicamente sobrepasado en 1977 y 1999, cuando un “marzo milagroso” permitió salvar la estación húmeda). En la zona central de la Sierra, el periodo diciembre 2017–febrero 2018 ha sido el más seco registrado en toda la historia del estado. Ese periodo de tres meses aporta normalmente la mitad de las precipitaciones anuales recibidas por el estado.
Al mismo tiempo, las previsiones de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) anticipan que las condiciones secas se “desarrollarán o persistirán” en California durante los próximos tres meses. Las previsiones de la NOAA sobre las precipitaciones en California no son muy prometedoras.
Los mapas semanales del US Drought Monitor son elaborados por un grupo rotatorio de autores, en colaboración con varias agencias gubernamentales y teniendo en cuenta más de 100 indicadores. Aunque algunas personas han manifestado que a esos mapas se les concede demasiada importancia, el director de operaciones del State Water Project informó al Consejo de Control que se está comenzando a formar una “imagen muy fea” sobre el actual año hidrológico del estado.
Con la notable excepción del embalse Lake Oroville, que los ingenieros han mantenido a un nivel de agua relativamente bajo, como precaución tras el casi desastre registrado por su aliviadero el pasado año, los principales embalses del estado están prácticamente repletos con las precipitaciones registradas el año hidrológico 2017. No obstante, el director de operaciones del State Water Project ha informado a los reguladores que las expectativas sobre la escorrentía de las principales cuencas hidrográficas del estado durante el año hidrológico actual están “disminuyendo dramáticamente” en cuanto a su capacidad para recompensar los abastecimientos de agua del presente año.